Los incidentes que ocurrieron con la bebida derramada en las consolas de dos A350, ya se habían mostrado en el cine en una de las peores películas de aviación jamás hechas en Hollywood.
Filmado en blanco y negro, Fate is the Hunter, de 1964, protagonizada por Rod Taylor, Suzanne Pleshette y Glenn Ford, muestra uno de los aviones más absurdos jamás vistos en el cine. El fuselaje y el empenaje son de un DC-6, con una punta enorme que se proyecta de la nariz, en la deriva un pitot (estilo Boeing 707), alas con el borde de ataque enflechadas solo hasta la mitad y en la punta de las secciones externas rectas, unas placas perpendiculares ¡Pero lo peor se debe a los dos turborreactores, instalados uno debajo de cada estabilizador!
Durante el taxi en Los Ángeles, Plesehette (la azafata) lleva un café al capitán (Taylor), en una taza con tapa, que se coloca en la consola central, pero sin que nadie lo note, se cae al despegue. Poco después, los motores se detienen y el comandante se ve obligado a aterrizar en la playa, pero golpea una pasarela que va al mar y explota. Los 46 pasajeros mueren, el comandante sale ileso (pero abandona la aviación) y la azafata termina en el hospital.
En el curso de la investigación, el piloto jefe (Ford) de la ficticia aerolínea Consolidated Airlines decide recrear paso a paso todos los eventos que precedieron al accidente. La azafata está saliendo del hospital y, traumatizada, se niega a revivir el pasado.
El avión está cargado con sacos de arena que pesan lo mismo que los pasajeros del vuelo estrellado, solo faltaba la azafata, pero cuando el avión recibe la autorización de carreteo, ella llega corriendo y se embarca. El comandante le pide que repita exactamente lo que había hecho en el vuelo anterior. Ella revisa algunos papeles, da las bienvenidas a bordo a los sacos de arena que ocupan los asientos y antes de sentarse en su jump seat, dentro de la cabina, detrás del comandante, le entrega una taza de café, que nuevamente, sin que nadie se dé cuenta, cae durante despegue, Los motores comienzan a fallar y se detienen. Ford mira hacia un lado, mientras se prepara para aterrizar en la misma playa con la pasarela rota y ve el vaso caído sobre la consola y el café goteando entre las tapas. Rápidamente (el avión se cae), el ridículo compartimento es abierto, se limpia con un paño, los motores vuelven a funcionar y el avión logra arremeter a centímetros de la pasarela.
Publicado em 10 de Febrero de 2020 a las 21:02
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